De «La finitud»
XENOFOBIA
Cuando millones de expulsados
Con escaso equipaje
Y pesados recuerdos
Tuvieron que alojarse a la fuerza
En el resto de la patria,
Muchos lugareños
Molestos por la fluencia gritaron:
¡Volved a donde estabais!
Pero se quedaron, y quedó,
Una vez ensayado, el grito: ¡Largaos de una vez!
Pronto se aplicó a extranjeros
Que más tarde. Mucho más tarde aún,
Llegaron de muy lejos
Y hablaban sin que se les entendiera;
Se quedaron también
Y, asentados, se multiplicaron.
Solo cuando los lugareños de siempre
Se sintieron suficientemente extranjeros
Comenzaron también
A conocerse a sí mismos
En todos los países extranjeros
Que habían aprendido laboriosamente
A soportar su extranjería
Y a vivir con ellos.
COMO PASATIEMPO
Volver a leer lo leído hasta el final,
Pronunciar audazmente discursos irritados,
Fechas la Historia en retrospectiva,
Revivir de nuevo palabras borradas,
Plantar árboles jóvenes donde la tormenta
Derribó una vez los viejos,
Ver mariposas con los ojos cerrados,
Contar con paciencia moscas muertas
Caídas de los cristales de la ventana,
Masticar recuerdos como chicle
En el que queda un resto de sabor,
Con adivinanzas y dando vueltas a los pulgares
Pasar el exceso de tiempo,
Buscar un lugarcito en el cementerio
Y de vez en cuando engañar al reloj.
De niño junto al borde de las olas
Del mar Báltico, rico en playas,
Chapoteaba con arena, empapado,
Haciéndome castillos de altas torres;
Apenas listos, rodeados de agua
Y secados por el viento, se desmoronaban rápidamente,
Todos se desmoronaban muy rápidamente.