He dedicado tiempo, empeño y he desarrollado verdadera afición a leer a Max Aub.
Empecé ya en mi anterior blog, el Espacio de José Antonio, con Max Aub. Primero fue su libro «Dos vidas imaginarias: Jusep Torres Campalans. Vida y obra de Luis Álvarez Petreña», son pues dos de sus novelas.
La siguiente captura es una diapositiva de la presentación «La novela española en el exilio».
Después de informarme sobre su vida y obra primera, leí algunas de las novelas que componen su colosal obra «El Laberinto Mágico»: Campo cerrado, Campo de sangre y Campo abierto». Me quedaron varias sin leer, fue un poco duro, pero me armé de tesón y acabé disfrutando.
Me animé a continuar con una de sus primeras novelas de etapa madrileña Las buenas intenciones y no quise dejar de leer otra de sus obras más editada «La Calle valverde» .
Tras escribir sobre su vida una primera entrada y dejar para el final la segunda parte, pasé al Max Aub poeta: los Poemas cotidianos. Dejé para en nuevo espacio su otro poemario El Diario de Djelfa, que realmente me impactó sobremanera. También llegué a leer su desconcertante «Antología traducida», su último libro de poemas. (Sobre estas textos no he editado aún ninguna entrada).
Sin embargo, la sorpresa se me presentó cuando pasé a leer sus relatos sobre la Guerra Civil de su libro «Enero sin nombre». Tanto interés me produjo que con el máximo entusaismo leí en el mismo libro todos los demás relatos sobre los «Campos de concentración» y del exilio.
Todo lo editado sobre su teatro está ya en este nuevo sitio, mi Espacio Jauhalte: presentación de su obra, «Espejo de Avaricia» y «Deseada», obras de teatro en un acto, con la singular y trascendente «De un tiempo a esta parte», y los interesantes comentarios de Ricardo Domenech en «Teatro del exilio: obras en un acto».
Todavía tenía que llegar a su gran teatro: sus seis grandes obras: «San Juan» (1943), «Morir para cerrar los ojos» (1944), El rapto de Europa (1946); se completan con «La Vida conjugal», 1942; «No» (1952) y «De un tiempo a esta parte» (1939).
De todas ellas sólo me queda «No», que no la había conseguido encontrar y que por fin la tengo desde mi viaje a…Valencia, pasando pro Segorbe.